Firman y escriben este artículo:Amelia Valcárcel. FilósofaCruz Almaraz. EndocrinólogaJosé María Asencio. JuezSilvia Carrasco. AntropólogaJosé Errasti. PsicólogoIsabel Esteva. EndocrinólogaLaura Freixas. EscritoraAlicia Miyares. FilósofaMarino Pérez Álvarez. PsicólogoLluís Rabell. Articulista y Traductor-intérpreteCelso Arango. Psiquiatra La ley trans, concebida para amparar los derechos de una minoría, afecta a toda la sociedad. Sustituyendo la realidad biológica e inmutable del sexo por los mandatos culturales asignados a varones y mujeres, convierte estos estereotipos en “identidades” elegibles. Si ser mujer deviene en un sentimiento indefinible, las políticas que corrigen esas desigualdades quedan socavadas. “Mujer” y “varón” se vacían de significado. Validando una incongruencia metafísica entre lo que alguien “es” y su cuerpo, algunos menores son inducidos a someterse a arriesgados tratamientos farmacológicos y quirúrgicos. Educadores, psicólogos, médicos… deben abdicar de sus conocimientos…
